Con la fiesta del
Bautismo del Señor acaba el tiempo de Navidad y
comienza el tiempo ordinario. Éste es un
domingo bisagra, que engancha la vida oculta
de Jesús con los inicios de su presentación pública
como Mesías.
Esta imagen de Jesús
es llamativa y sugerente: El que quita el pecado del
mundo, el santo de Dios asume la condición humana
con toda su debilidad y el pecado de todos. Así, con
esta convicción penetra Jesús en el Jordán, pidiendo
perdón por el pecado ajeno que hace propio. Esta
estampa sorprendente significa y revela hasta dónde
llega su talante redentor.
Hay que resaltar cómo
el Espíritu, que lo empapa y lo ilumina, lo mueve a
realizar tales gestos de comunión liberadora. Jesús
se solidariza con los pecadores para liberarlos como
Redentor. Y todo el cielo, abierto, apoya y aplaude
este proyecto: "Éste es mi Hijo amado...". A partir
de ahora el objetivo apasionado y declarado de Jesús
será evangelizar, es decir, dedicarse por completo a
hacer Reino de Dios. Como escribe un autor de
nuestros días, "mirad... No lleva armas ni alforjas.
No grita ni vocea. No amenaza ni castiga. No se
doblega ni vacila. En sus manos libres levanta una
bandera de justicia. Se alía con la misericordia
para abrir los ojos del ciego, curar heridas y
enfermedades. Prefiere la misericordia al
sacrificio. Se carga de libertad para expulsar
demonios y sacar cautivos de la prisión. Es médico
de corazones. Trae las mejores noticias para los
pobres, que serán sus preferidos. Proclama la
amnistía de todas las deudas. Inaugura tiempos de
bendición y jubileos de gracia. No quiere ser
servido, sino servir... Ofrecerá agua viva a los
sedientos. Multiplicará los panes para los
hambrientos, y Él mismo será pan partido para
alimentar mejor" (R. Prieto).
Por otra parte, el
bautismo de Jesús nos da pie para considerar que
nosotros también hemos sido bautizados. El Espíritu
que estuvo presente en el bautismo de Jesús también
ilumina nuestra conciencia y nos provoca a realizar
la obra de Dios. Nuestra identidad ha de reflejar
que estamos de parte de Jesús, que lo seguimos
convencidamente y que nos atrae la espiritualidad
del Evangelio. Se nos ha de notar que trabajamos por
el Reino de Dios. Como Jesús, nos veremos acosados
por mil tentaciones. Pero Dios nos acompaña y ayuda
de mil formas. La aventura de Jesús es también la
aventura de cada bautizado.
P.Octavio Hidalgo,C.S.s.R.
P.Octavio Hidalgo,C.S.s.R.
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