lunes, 9 de noviembre de 2015

Monasterio de Las Nazarenas

Ubicado junto al templo, el monasterio de las Nazarenas es el refugio de las Madres Carmelitas Descalzas Nazarenas. El 12 de octubre de 1700, Sebastián de Antuñano, promotor de la primera iglesia, donó tanto la Iglesia como los terrenos adyacentes a las beatas del antiguo Instituto o Beaterio Nazareno, quienes vestían el hábito morado, que dieron origen a los hábitos del color tradicional usado por los devotos del Señor de los Milagros. Estas beatas tomaron como regla la carmelitana y así lograron elevar el beaterio a la condición de monasterio. Al morir la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo, fundadora del Beaterio, designa como superiora a Sor Josefa de la Providencia quien, tras 18 años de lucha, consiguió que en 1720 el rey de España, Felipe V, y el papa Benedicto XIII, en 1727, otorgaran la licencia y aprobación para la fundación del Monasterio de las Nazarenas y su transformación en el monasterio de clausura agregado a la orden de las Carmelitas Descalzas, quedando oficialmente inaugurado el Monasterio el 11 de marzo de 1730. Actualmente las Madres Carmelitas Descalzas Nazarenas —que continúan usando el hábito morado en vez del tradicional marrón carmelitano— son las únicas guardianas y custodias del Señor de los Milagros. Debido al fuerte sismo del 17 de octubre de 1966 el antiguo monasterio quedó en estado ruinoso por lo que dos años más tarde se edificó uno prácticamente nuevo, en el que las "Fieles Guardianas y Cuidadoras" del Señor de los Milagros viven dedicadas tanto a la contemplación y a la oración como al servicio del prójimo. La historia del Templo de Nazarenas, que alberga hoy a la sagrada imagen del Señor de los Milagros, es casi tan antigua como la imagen misma. Tal como consta en la historia del Señor de los Milagros, la sagrada imagen fue pintada en el muro de una barraca por un esclavo angoleño. En 1655 un fuerte terremoto asoló Lima causando cuantiosas perdidas humanas y materiales. Las precarias viviendas de los esclavos angoleños cayeron por los suelos. Pero milagrosamente el muro donde estaba plasmada la imagen del Cristo Morado quedó intacto.

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